Pavana para una infanta difunta (francés: Pavane pour une infante défunte) es una pieza para piano solo escrita por el compositor francés Maurice Ravel. Fue compuesta en 1899 cuando Ravel estudiaba composición en el Conservatorio de París con Gabriel Fauré. En 1910, Ravel también publicó una versión orquestal para dos flautas, oboe, dos clarinetes (en si bemol), dos fagotes, dos trompa, arpa y cuerdas. Una interpretación normal tiene una duración de seis o siete minutos.
La obra evoca la digna elegancia de una recepción en la corte real de España, así como el grácil movimiento de una infanta en los pasos de una pavana, una danza lenta procesional que gozó de gran popularidad entre el siglo XVI y el siglo XVII.
La alusión a estas referencias antiguas no significa que Ravel quisiera homenajear a alguna princesa histórica en particular, sino más bien expresar un entusiasmo nostálgico por la moda y la sensibilidad española que el autor compartía con muchos de sus contemporáneos (sobre todo Debussy, de Séverac o el propio Albéniz) y que manifestó en otras obras, tales como la Rapsodia española y el Bolero.
Ravel dedicó la Pavana a su patrona, la Princesa de Polignac, y probablemente interpretaría la obra en la casa de la princesa en varias ocasiones.
El pianista español Ricardo Viñes ofreció el estreno público el 5 de abril de 1902. La Pavana fue calurosamente acogida por el público, pero recibió reseñas más críticas de los músicos seguidores de Ravel. Incluso, el mismo Ravel la consideró de una «forma harto pobre» e influenciada excesivamente por la música de Chabrier.
Ravel quería que su pieza se interpretara extremadamente lenta, mucho más lenta que interpretaciones modernos, según su biógrafo Benjamin Ivry. Tras una interpretación de Charles Oulmont, Ravel le mencionó al pianista que la pieza se llamaba «Pavana para una infanta difunta», y no «Pavana difunta para una infanta». Cuando el director y compositor Manoah Leide-Tedesco le preguntó a Ravel cómo se le ocurrió el título Pavane pour une infante défunte, Ravel sonrió ligeramente y le contestó: «No te sorprenda, el título no tiene nada que ver con la composición. Simplemente me gustó como sonaban las palabras y así las escribí en la partitura, c'est tout». Pero Ravel en otra ocasión dijo que la pieza representaba la imagen de una infanta bailando como en los cuadros de Diego Velazquez.
Aquí tenéis las dos versiones (orquestal y para piano). ¿Con cuál te quedas?
Aquí tenéis las dos versiones (orquestal y para piano). ¿Con cuál te quedas?
La orquestal me gusta más porque me relaja,porque la sonidos de los violines parece el amanecer del día
ResponderEliminarMiriam Romero 3B
ResponderEliminarLa orquesta me gusta mas porque me parece mas interesante.
Alvaro bejarano 3B
ResponderEliminarMe gusta mas la orquesta porque es mas interesante y emocionante
La orquesta me a gustado más porque al haber más instrumentos me gusta más como suena pd:Celeste
ResponderEliminarNerea Sánchez Hierro 3°A
ResponderEliminarMe gusta mucho más la orquesta porque me relaja,el conjunto de los instrumentos me parece la música de fondo de las películas de princesas, me recuerda a mi infancia.
Me gusta más él solo de pisno, ya que se puede apreciar la partitura uniformemente, y prefiero él sonido de piano me es más fácil de escuchar.P.D:Patricia Ceres
ResponderEliminarMe gusta más él solo de piano por que prefiero el sonido de piano que es mas fácil de asimilar
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